martes, 30 de agosto de 2011

Ser mamá adolescente…

Los adolescentes se inician sexualmente sin tener en cuenta muchos factores que los ponen en riesgos muy altos, a los que por ignorancia o por no saber decir NO se enfrentan, como  enfermedades de transmisión sexual (como el sida) o experiencias adversas que conllevan actitudes negativas hacia su autoestima (seguridad, confianza) e, incluso, hacia su futura vida sexual. Algunas de estas experiencias se realizan sin preparación alguna, bajo los efectos del alcohol, drogas, etc.  Tampoco podemos olvidar el embarazo NO deseado.
En los últimos 10  años ha aumentado significativamente la preocupación de diversos sectores sociales, en los cuales diversos recursos humanos y el gobierno han hecho una gran inversión.
Aclaramos que nos referimos a los embarazos adolescentes como un problema social que no atañe solamente a la persona y su familia sino a toda la sociedad. Por eso, decimos que ser mamá es una aventura apasionante aún cuando no se han cumplido los 18 años y recién se está dejando de ser niña. Cuando la responsabilidad es una palabra extraña, donde su cabecita no alcanza a comprender  lo que es ser MADRE.
Más allá de todo esto no debemos olvidar que es un compromiso social, no sólo para estas niñas, sino por el gran abismo que marca las clases sociales, donde los más ricos buscan ocultar la verdad despreciando una realidad a través del aborto y donde los  más pobres quedan atados a planes sociales que apenas les alcanza para vivir.
Podríamos  hablar de muchos casos pero elegimos a  dos adolescentes que han pasado por situaciones parecidas, si bien han recorrido caminos distintos: Roberta y Ana.
Roberta quedó embarazada cuando apenas tenía 14 años. “Su hombre”, después de golpearla la abandonó a su suerte, y ella aceptó llevar adelante la vida que había iniciado en su útero. Ahora que está a punto de cumplir los 17 años se siente feliz de tener a su hijito, de apenas 2 años, vivo y contento, pero aún Roberta no sabe como encarar su futuro sola, que sigue lleno de riesgo y de incógnitas.
Ana quedó embarazada a los 16 años. Habló con su madre, y las dos de común acuerdo fueron al hospital. La madre de Ana consideraba siempre como algo malo el ABORTO pero cuando una nueva vida llegó a su casa de un modo tan inesperable, prefirió terminar con todo.
Ana recuerda ese día dramático: “para mí el ABORTO es un dolor en las piernas, un dolor allí, donde aspiran, pero sobretodo es ese llanto que me viene al recuerdo, el llanto de aquella señora, ni siquiera sé cómo se llamaba… intento no pensar en el niño. Pienso e intento explicar, ¿había realmente un niño dentro de mí?, si lo sé desde el punto de vista científico es así. Por un instante perdí la cabeza: Ahora me quedo con el recuerdo, la cosa es que solo tengo 17 años, no puedo y no quería  sentir esa cosa, allí dentro”…
Las historias de Roberta y de Ana nos pueden servir para pensar en las dos realidades  de la vida humana. Roberta escogió, instintivamente, a sus frágiles 14 años, el camino del amor, quizás sin conocer  si la ley le permitía Abortar o no, quizás ni se le pasó por la cabeza el estudiar su situación “jurídica”. Quiso amar, y bastó. Ana, en cambio, no encontró la ayuda para llevar adelante su EMBARAZO; al contrario, buscó con su madre un hospital donde pudo realizar el ABORTO.
La sombra de sus decisiones las marcaron a ambas de distintas maneras que las llevarán por el resto de sus vidas, a las cuales no debemos juzgar sino preguntarnos qué hacemos como sociedad.
Ser mamá es siempre una aventura  apasionante que no termina en los 9 meses  de embarazo, ni en los primeros años de vida, ni cuando el hijo o la hija llega a la universidad , se casan o se van de casa. Por eso todos los hijos saben lo que le deben a sus padres, pero de modo especial, a sus madres. El hijo de Roberta se lo agradecerá  si sabe amar… y tiene ya en su misma madre la mejor escuela de amor.
La solución para prevenir el embarazo adolescente, no es solamente repartir ANTICONCEPTIVOS, sino forjar individuos comprometidos y reflexivos para que vivan en forma responsable su vida sexual.

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